El Lobo Estepario

Tienes razón, Lobo Estepario, mil veces razón, y a pesar de todo debes desaparecer. Quien quiera vivir en la actualidad y sentirse contento con su vida, no puede ser una persona como tu o como yo. Quien exige música en lugar de ruido, alegría en lugar de diversión, alma en lugar de dinero, trabajo verdadero en lugar de ocupación, pasión autentica en lugar de jugueteo... para él este mundo no es un bonito hogar. Hermann Hesse, "El Lobo Estepario"

miércoles, marzo 29, 2006

Sentido y Sensibilidad

Sentido y sensibilidad, los dos remos que llevan la barca. Sin uno de los dos, no se puede avanzar y la barca se limita a girar sobre sí misma, por mucho esfuerzo que uno le ponga. Sensatez, entendimiento, razón, discernimiento pueden ser cualidades admirables, pero solas no bastan. Es legímito preguntarse de que sirven sin humanidad, compasión, afecto, ternura o simplemente algo de empatía (Identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro). El transcurrir de la vida muestra que tan importante es entender correctamente una situación como saber comunicarla adecuadamente. Que un fondo correcto no justifica la falta de formas. Pero unas formas exquisitas son deleznables cuando transmiten falacias. Que la honestidad y la verdad son imprescindibles, pero que sinceridad y brutalidad son dos cosas muy diferentes. "Manca finezza" que dicen los italianos.
Quizás el mundo del siglo XXI, de la ciencia, la técnica, los grandes avances en todos los campos del conocimiento tiene la vista tan fija en la razón, en el saber, que ha olvidado su faceta más humana. Tal vez lo importante no es saber y entender muchas cosas, sino discernir qué cosas son realmente importantes. Y estoy convencido de que muchas de estas últimas no están en ningún libro, revista científica o internet. Estan en los ojos, corazones y almas que cada día nos cruzamos.
Y he aquí una doctrina de la que vas a reírte: el amor, Govinda, me parece la cosa más importante que existe. Analizar el mundo, explicarlo o despreciarlo acaso sea la tarea principal de los grandes filósofos. Yo en cambio lo único que persigo es poder amar al mundo, no despreciarlo, no odiarlo a él ni odiarme a mí mismo, poder contemplarlo -y con él a mí mismo y a todos los seres- con amor, admiración y respeto..."

Hermann Hesse,
Siddharta



jueves, marzo 16, 2006

Estrellas en la noche

Uno de los mayores regalos que reciben los seres humanos es poder contemplar el cielo nocturno. Oscuridad plagada de pequeños puntitos luminosos. Cada uno de ellos estimula nuestra imaginación: otro mundo desconocido, otra historia, un escenario nuevo lleno de sorpresas que quizás esté habitado, la evidencia de que no lo sabemos todo ni lo conocemos todo. En otras palabras, la puerta a un sentimiento nuevo, a una esperanza nueva, a la renovación contínua, al nunca es tarde.
La vida diaria, la lucha, los sinsabores, hacen llegar malos momentos que le hacen pensar a uno que "no hay nada nuevo bajo el sol", que uno ya sabe como son las cosas y que no hay una lugar para el sueño, el ideal. Lo que ves es lo que hay, resignate, no seas ingenuo. Más vale malo conocido que bueno por conocer. Lo que soñaste era una estupidez.
Y en parte es cierto, porque el sol ciega los ojos. Pero llega la noche, y esos puntitos aparecen de nuevo, como recordandote "no lo sabes todo, no des nada por sentado antes de tiempo. No te limites por lo que has vivido. Espera el milagro. Nada es demasiado maravilloso para ser cierto". Quizás el sentido de todo esto es luchar desesperadamente porque esas estrellitas unicas, personales e intransferibles nunca se apaguen. Y tu me entiendes, verdad?
"No digas de ningún sentimiento que es pequeño o indigno. No vivimos de otra
cosa que de nuestros pobres, hermosos y magníficos sentimientos, y cada uno de
ellos contra el que cometemos una injusticia es una estrella que apagamos."
Hermann Hesse


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